El ajedrez tiene muchas peculiaridades, en su faceta deportiva, frente a otros deportes, entre otras que los aficionados podemos llegar a contender con profesionales de la primera línea mundial. En otros deportes, esto ocurre sólo de manera excepcional e incluso los aficionados, esto ya de manera hiperexcepcional, pueden llegar a derrotar a los profesionales (me viene a la memoria la eliminación de algún equipo de campanillas por algún equipo modesto en el fútbol, por ejemplo). Pero, en ajedrez, es más que frecuente que nos emparejemos en cualquier Open con algunos de los mejores jugadores del mundo. Todo un lujo. Los resultados, obviamente, no suelen alejarse demasiado de la lógica, aunque, quien más quien menos, tiene su muesquita marcada.
Muchas veces nos preguntamos si eso que practicamos los aficionados tiene algo que ver con lo que juegan los súperGMs, más allá de compartir lo material (piezas, tableros, relojes...). Incluso es posible que tengamos partidas en los que nos hemos fijado un plan, hemos conseguido desactivar a nuestros adversario e, incluso, con algo de suerte, hemos rematado de manera más o menos brillante. Pero muchas de nuestras partidas están trufadas de errores un tanto groseros (nuestros o ajenos) y, a veces, hemos conseguido rematar con brillantez, sí, pero con una posición que pasaba por allí, poco deudora de una construcción coherente.
Comentaba hace poco, con algún jugador algo menos experimentado, ante sus dudas de que había ganado, pero no había jugado de manera brillante, que lo nuestro es intentar ganar y, a veces, la partida se parece a un partido de rugby en el barro y el arte es mejor dejárselo a Carlsen y colegas.
¿O no?
Muchas veces nos maravillamos ante partidas de los grandes jugadores que nos recuerdan a las obras clásicas de la música o de la pintura en su perfección y armonía. Pero, ¿cuantas partidas de los GMs conocemos? Antes nos llegaban con cuentagotas. Ahora, con el advenimiento de las nuevas tecnologías, tenemos acceso a muchas más y, a veces, con sorpresa, podemos observar que incluso los más grandes jugadores comenten errores, a veces muy gruesos.
En los últimos días, hemos podido observar unos cuantos y creo que los mismos son muy instructivos. Comenzamos hoy con el Vachier-Lagrave-Topalov del London Chess Classic de hace unos días. Como prueba, lo hacemos con dos visores distintos, para ver qué tal lo podési visualizar con cada uno de ellos: esperamos vuestros comentarios.
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