Dentro de la macrofiesta de Paz de Ziganda, se disputaron los cinco encuentros que determinaban las posiciones finales de Primera. Poca emoción, en términos generales. Si bien este año, por primera vez en tiempos, se determinaba un par ascenso/descenso, hacía ya un par de semanas que quedaba claro que el titular del premio era Ansoain y el resultado de la semana pasada le quitaba algo de emoción a este ronda final, en la que el resto de los equipos se jugaban poco más allá de la honrilla.
En esas andaban nuestros equipos en Primera (el B y el C), en la que, a tenor de los resultados de la Fase Previa debería de haber sido por el tercer puesto; pero el cruce de la semana pasada y la aplicación del Sistema Holandés, les condenó a a luchar por el quinto.
En tiempos, los enfrentamientos entre equipos del club eran legendarios (ahora se dice míticos, me informan). Cuando el A y el B militaban en Preferente, creo que la gente se tomaba más en serio este enfrentamiento que contra Orvina 😂. Es un decir. Por supuesto nunca llegaba la sangre al río y, tras los enfrentamientos, cena o bebedizos comunes. Faltaría más.
Desde que la máxima categoría no permite las escuadras B de los clubes, el enfrentamiento interno estrella era el B contra el C. Aquí, con una componente generacional importante. Pero o bien estos tiempos de blandura, han restado fuerza al reto o es que los chicos se nos están adocenando un tanto. El caso es que mientras que el B presentó un equipo más que reconocible (Angel, Santi, Andrés, Javi, Emilio e Isidro), el C parecía un equipo bajo bandera de la ONU o el equipo olímpico de refugiados, dicho esto con todo mi cariño: dos del C, uno del D, uno del E, dos del F. ¿Dónde andaban los chicos y las chicas del C? Como decía antes, debe de ser un signo de los tiempo, donde la diversidad ha adquirido carta de naturaleza. Así que ese C estuvo conformado por Alejandro, Diego, Angel, Javier, Joaquín y Lucía. Bueno, independientemente del equipo de origen de cada uno, sentados ante el tablero, las partidas discurrieron con la competitividad habitual. El resultado final (victoria del B por 4,5 - 1,5) restaura el liderazgo relativo de los veteranos frente a los juveniles, revirtiendo la situación del año pasado. El destino quiso que los puntos obtenidos por el C en la contienda, fueran de los jugadores alineados inicialmente en dicho equipo. En resumen, el B quinto y el C, sexto. Un tanto irrelevante, salvo para la composición de los grupos de la temporada que viene, presuntamente.
Por supuesto, el enfrentamiento más relevante, al menos sobre el papel, era el Ansoain - Santa Ana B. Como ya he dicho, tampoco demasiado. Ansoain ya había ascendido y, a la hora de determinar el primer puesto de la categoría, ya lo había resuelto la semana pasada al derrotar, por un inesperado 0 - 6, al conjunto tudelano. De manera que la doble vuelta, había quedado un tanto desprovista de emoción. Es verdad que, sin la participación de sus primeros tableros, el resultado (3,5 -2,5) fue esta vez, al menos, un poco más ajustado.
San Juan B se llevó ante Orvina B por un tercer puesto, destinado inicialmente a ser oberenista. Santa Ana C se impuso ampliamente a Mikel Gurea C (5 - 1) por el séptimo y Mikel Gurea B se hizo con el noveno al derrotar 3,5 - 2,5 a Berriozar, con dos incomparecencias de estos últimos en los tableros finales, lo que le concede la cuchara de madera. Supongo que no habrá descenso, porque la categoría está diseñada para 12 equipos, pero sería deseable que este nuevo equipo pudiera consolidarse en la categoría. No andamos sobrados de clubes, precisamente.
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