domingo, 27 de marzo de 2016

El peón que coronó y fue lo que quiso ser

Qué listos somos en el ajedrez ya que conocemos bien nuestra historia o eso es lo que a día de hoy creemos, pero ni esta afirmación es cierta ni menos cierto es nuestra gran ignorancia sobre la verdadera historia del ajedrez.

Para disfrutar de los origines del ajedrez nos tenemos que alejar del racionalismo durante nuestras lecturas en esta serie de artículos que publicamos en este querido rincón, en los que se mezcla para el disfrute del lector todo lo mejor de la historia y lo más sabroso, jugoso  y oculto de las leyendas.

Si ustedes están dispuestos a dejar volar su imaginación rápidamente nos trasladamos a Egipto, precisamente al año 1798 en el que más de treinta mil soldados al mando de Napoleón desembarcan en este país de dominio turco para ser "liberados de la tiranía" y además aprovechar para que los ingleses se sintieran incomodos en las colonias orientales.

No todo lo que ocurre en Egipto con la llegada del General Napoleón es guerra ya que ciertamente en el fondo de sus intenciones está el conocer todos los secretos de ese apasionante pueblo que tantos dioses desconocidos posee y tantos templos extraños alberga.



Muchos sabios del mundo conocido fueron llamados a Egipto, Napoleón estaba dispuesto a descubrir todos los secretos que ese misterioso país escondía bajo la cálida arena del olvido, casi sería exagerar, pero se puede considerar ese momento histórico como el BOOM oficial de la arqueología.

Valioso invento este de la arqueología que iba dando sus pinitos y necesitaba de algo especial para ser importante hasta que la Esfinge, las Pirámides y Egipto en general despertasen a la bestia real que sería la arqueología y la egiptología que aportaría desde esos momentos veracidad y confirmación a la historia pasada. Tanta suerte hubo con la llegada de Napoleón que hasta la aparición de la piedra Rosetta se la debemos a los franceses que llevó el General Napoleón.



La gran Pirámide de Keops tenía a Napoleón sobrecogido e impresionado, tanto que una noche de verano será la protagonista de ser un punto de no retorno en su iniciación como uno de los personajes más importantes de la historia emulando a su admirado Alejandro Magno.

Los juegos de tablero que aparecían en las tumbas egipcias a Napoleón le recordaban constantemente su querida pasión por el Chess, incluso los sabios que había allí llevado el general le mostraron unas figuras de juego muy semejantes a las usadas en el ajedrez. Pero algo no le encajaba bien en esos juegos de tablero que descubría ya que algunos eran de 30 casillas y otros de hasta 148 casillas, además muchos tenían los escaques del mismo color y otros aparecían rodeados de piedras pequeñas a modo de fichas.

Pero Egipto fue en sus tiempos dominado por los griegos y Napoleón recordaba eso precisamente a sus contertulios cuando hablaba del origen del ajedrez, tener presente que amigos, decía Napoleón, un sobrino del Dios Poseidón, un tal Palamedes inventó el Juego del Ajedrez durante la larga guerra de Troya, por ello es extraño encontrar aquí en Egipto el origen del ajedrez, será importante que los arqueólogos y egiptólogos hagan bien su trabajo para desvelar su verdadero origen.

Era la noche del 12 al 13 de agosto de 1799 , hacía mucho calor y  Napoleón estaba dispuesto a realizar lo que se denomina un rito de iniciación y decidido acudió a dormir en la Cámara del Rey de la Gran Pirámide en la que la oscuridad era absoluta y lo único que acompañó aquella noche al general fueron murciélagos e insectos, además de todos sus sueños de grandeza en un hombre de 28 años.

Al salir de la Gran Pirámide, al amanecer, su rostro tornaba un color pálido como el del mármol y sus sentidos estaban trastocados durante unos largos minutos en los que sus más allegados le observaban en espera de respuestas a su "noche toledana".

Napoleón comenzó a recuperar el ser que por momentos pareció perder en aquella Cámara de la Pirámide y contestó a sus amigos que allí esperaban : AUNQUE OS LO CONTARA NO ME IBAIS A CREER

Días después y a vueltas de sus conversaciones sobre el ajedrez dijo a sus compañeros de juego que para él la mejor pieza de todo el tablero era el peón porque en su último escaque o meta final conseguía ser la pieza que quisiera.

Napoleón acabó malamente esta cruzada Egipcia que llegó a Siria, pero a su regreso a Francia todo su mundo cambió y como su pieza favorita el PEÓN, coronó y llegó a ser aquello que él quería.

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