Anteayer comenzó el Candidatos. Las dos primeras rondas han tenido un desenlace similar en cuando a partidas con resultados significativos: una frente a tres tablas. Seguramente, los aficionados preferiríamos más, pero dado el nivel de los contendientes tampoco se puede pretender que jugadores de ese nivel cometan errores obvios (¿o sí?), de manera que una frecuencia elevada de empates me temo que es casi inevitable (bueno, quizás jugar alguna Berlinesa menos, ayudaría).
Yendo a los resultados, la Rd1 arrojó un resultado un tanto inesperado. Parecía que quien llegaba en estado de mayor debilidad era Anand. Sus últimos resultados, le habían relegado a una posición fuera del Top ten. Pero el Tigre de Madrás fue el primero en mostrar sus garras y se impuso a Topalov. La partida puede verse en unos cuantos sitios, por ejemplo, en la columna de Leontxo en El País.
En la segunda ronda, quien ha obtenido el punto entero ha sido Karjakin, quien ha vencido a Nakamura. La partida ha transcurrido por terrenos que creo que, al menos psicológicamente, favorecían al ruso: posición rocosa con maniobras interminables. Aún así, se ha llegado a la jugada 29 con la siguiente posición:
El blanco (Karjakin) acaba de jugar 29. h4. La posición parece ligeramente favorable para él, porque el negro no parece haber terminado de resolver qué hacer con el alfil de casillas blancas. Y, ahora, juega Nakamura. Poneos en su piel. ¿Qué jugar? ¿Y si es una de esas posiciones de "juega el negro y gana"?. O sea, igual hay táctica. ¿Hay táctica? ¿Qué pasa por nuestras cabezas cuando estamos jugando una posición como esta?
Si pusiera esta posición y hubiera escrito "Juega el negro y gana" casi todos nos hubiéramos apuntado a....
29. ... Cxg3
Pues, a Nakamura, le pasó lo mismo. Sólo que no es tan buena como parece a primera vista. El tema por el que todos "hemos visto" esta jugada es la debilidad de e3 y el Cd3 indefenso. Así que, ¿qué hay de malo?
Sigue 30. fxg3, Cxd4; 31. Axd4, Axd4; 32. exd4, Dxe3+
y ya estamos en la posición que hemos visto...y cae el Cd3, con ganancia del peón por el que nuestro C en e4 se ha inmolado.
Bueno, sí, ¿no? Ya que si 33. Cf2, cae la T de c1. Todo controlado. O no. Por una parte, la retirada del rey sí da ventaja material a las negras, pero el Ab7 sigue siendo un peón gordo. No resulta evidente que haya ventaja clara. Pero aún hay peores noticias: 33. Df2, Dxd3 (¿qué si no?), sigue con la más que molesta 34. Tc7 y, sí, no hay remedio, la cosa está muy mal. Porque no se puede evitar la entrada en f7 y defender el alfil simultáneamente. No se si el problema radica en que había que haber visto una jugada más o en darse cuanta de que las piezas del blanco, aparentemente desubicadas (en particular la D en a2), entran en juego con una enorme fuerza.
Naka abandonó 4 jugadas más tarde porque debe de ser complicado asumir que uno solo se ha metido en la boca del lobo sin necesidad. Me temo que, a nosotros, nos hubiera pasado algo parecido. Pero ellos también se equivocan.
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